La experiencia que presento en este escrito surgió en una escuela secundaria del sur de la ciudad de Puebla, donde durante la semana de práctica observe la forma de trabajo de los alumnos de primer año recuerdo que el tema a desarrollar era el cuento, como todo profesor observa a los alumnos que mejor se desempeñan en la clase y quienes necesitan apoyo para lograr su interés de aprender, pues bien esto quise lograr con uno de mis alumnos que formaba parte de un grupo de cincuenta y tres alumnos, este joven no realizaba sus trabajos durante mi clase y cuando se trataba de alguna investigación no la llevaba a cabo para entregar, pues bien recuerdo que el día miércoles aplique a los alumnos un examen para reconocer si les había quedado claro el tema del cuento muchos de ellos salieron con buenas calificaciones, solo cinco no obtuvieron un buen promedio en el examen y entre esos jóvenes se encontraba este alumno, pues bien me di la tarea de hacer algo para que el alumno cambiara su actitud y motivarlo para que se desempeñara y mostrara una mejor actitud en clase decidí darle otra oportunidad presentando su examen nuevamente pero antes de que lo hiciera quise hablar con él, saber porque no quería realizar las actividades y prestarme atención cuando se lo pedía no pudo responder a mi pregunta, pero fui comprensiva ya que mi objetivo era lograr un cambio en él, pues realizo el examen el promedio fue más alto aprobó cuando le entregue su examen, el alumno me pidió una disculpa y me dijo:- profesora le prometo que le echare más ganas estos dos últimos días y le presentare mi cuento final conforme a lo que nos explico en clase.
Esto me lleno de satisfacción esperaría hasta el viernes para ver su cuento, su cambio fue muy notable ya que se convirtió en mi escudero y mi apoyo cuando sus compañeros no querían guardar silencio.
Jesica Torija Osorio (Docente en formación- Instituto Jaime Torres Bodet)
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