Hacia una narrativa…
Pablo Benítez Castillo
Al final del tramo laboral…solo queda a los educadores seguir aprendiendo, reflexionando, analizando nuestras actuaciones, participando de la discusión con la vida, llevando los temas educativos a la balanza de la paz y la justicia, tratando de emigrar las ideas (por años atrapadas) al escenario de las posibilidades. Así la vida se construye día a día, como una senda que hay que seguir y que nunca termina…así es la educación; un proceso que se aprende durante toda nuestra existencia, desde el alfa que es nuestra libre decisión (vocación, emulación, historicidad, opción o elección) hasta el omega ( satisfacción personal, desarrollo profesional o identidad constituida por la experiencia) que anuncia el final de un episodio, para dar vuelta a la página de la vida y seguir escribiendo con letras vivas sobre las nuevas vicisitudes y necesidades de la pluma y del portafolio de los maestros. Hace veintisiete años que la idea de “enseñar” apareció como un aviso clasificado, como una especie de convocatoria, que me alejó del ambiente universitario, así y de manera casi intempestiva llegué al seminario, un lugar que aún recuerdo con cariño, porque ahí y justamente en ese lugar el conocimiento pareció ocupar un lugar privilegiado en las mentes y los corazones de los que creímos revivir los pasillos y la polis antigua, al estilo de filósofos y de maestros que dominaban el mundo del saber pedagógico. Luego las travesías por las aulas normalistas fortalecieron nuestro saber, la academia empezó a repicar en un tono triunfante, pues las experiencias y los sentidos que los alumnos mostraban catapultaban nuestra sed de saber más acerca de lo que hacemos los maestros en el aula. La búsqueda de conocer impulsa a los maestros a trabajar en un conocimiento superior; entonces los posgrados en el ámbito de la docencia universitaria hizo un llamado muy fuerte para contribuir en una formación, no menos importante que el resto; se trata de la juventud, un tema vital para experiencia humana, porque significa, no solo etapa etárea, sino transformación, reconstrucción social, valor, dirección, empoderamiento de saberes, crecimiento y un asumir adulto…por lo tanto es ahí donde ese largo recorrer en la formación, cobra sentido para nuestras vidas, cuando existe una última razón para tomar la pluma y escribir la historia, es culminar con un pre-texto que hable por sí mismo, que refleje todas las convicciones que fuimos capaz de constituir, bajo un código de ética que certifique nuestros aprendizajes finales. Un amigo que tiene que ver mucho con la cultura me ha dicho que un maestro debe concluir su vida profesional escribiendo un libro, por esa razón, este puede ser el comienzo de una apasionante y rica travesía por el mundo de las experiencias y los recuerdos.
Taller del 5.10.2011
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